La curiosidad humana como motor del conocimiento

De Filosofia de las Ciencias
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EMPECEMOS ESCUCHANDO UNA DE LAS SINFONÍAS DE LA CIENCIA:

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Symphony of Science (Sinfonía de la ciencia en español) es una serie de videos que intentan difundir el conocimiento científico y la filosofía a través de la música. Combinando conferencias científicas y documentales crea un estilo musical único. (Visitá www.symphonyofscience.com)


A lo largo de la historia, los más destacados pensadores reivindicaron la curiosidad humana como uno de los principales motores del conocimiento (aunque también hay que tener en cuenta, por ejemplo, el deseo de poder). Diariamente, y desde una edad muy temprana, experimentamos curiosidad, si bien es cierto que no todos en el mismo grado ni acerca de las mismas cosas. Sabemos también que satisfacer esa curiosidad puede involucrar tiempo y esfuerzo, de modo que no siempre buscamos las respuestas a las preguntas que nos planteamos. Muchas veces la curiosidad de los científicos se parece mucho a la de los niños pequeños: ¿por qué el cielo es azul? ¿por qué la luna se ve a veces de un tono anaranjado? (1) ¿por qué vuela un avión? No parecen preguntas muy espectaculares, pero, como dice la canción que figura al comienzo de la pregunta cómo y cuándo comenzó la ciencia, la maravilla del mundo natural es superior a cualquier cosa que el hombre pueda imaginar. Y la tarea de conocerlo, más aventurera que cualquier otra aventura que los hombres hayan llevado a cabo.

Ofrecemos a continuación dos textos para pensar la curiosidad humana como motor del conocimiento. Pertenecen a dos científicos separados por 2400 años, lo cual muestra la continuidad y vigencia de la capacidad humana de asombrarse frente a los fenómenos y buscar respuestas:


Metafísica de Aristoteles.

Texto A) Aristóteles, Metafísica I, 2

"Los hombres, ahora y desde el principio, comenzaron a filosofar al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo que comúnmente causa extrañeza y, después, al progresar poco a poco, sintiéndose perplejos también ante cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las peculiaridades de la luna, y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo. Ahora bien, el que se siente perplejo y maravillado reconoce que no sabe (de ahí que el amante del mito sea, a su modo, amante de la sabiduría; y es que el mito se compone de maravillas). Así pues, si filosofaron por huir de la ignorancia, es obvio que perseguían el saber por afán de conocimiento y no por utilidad alguna."(2)


Texto B) Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, El gran diseño, "Capítulo 1"


"Cada uno de nosotros existe durante un tiempo muy breve, y en dicho intervalo tan sólo explora una parte diminuta del conjunto del universo. Pero los humanos somos una especie marcada por la curiosidad. Nos preguntamos, buscamos respuestas. Viviendo en este vasto mundo, que a veces es amable y a veces cruel, y contemplando la inmensidad del firmamento encima de nosotros, nos hemos hecho siempre una multitud de preguntas. ¿Cómo podemos comprender el mundo en que nos hallamos? ¿Cómo se comporta el universo? ¿Cuál es la naturaleza de la realidad? ¿De dónde viene todo lo que nos rodea? ¿Necesitó el Universo un Creador? (3)


...y dejamos para nuestro lector un espacio en blanco, pleno de oportunidades, para que registre lo que le causa curiosidad:

Texto C)

Este es tu espacio, para que te unas a la larga cadena de seres humanos curiosos ¿Cuáles son tus preguntas?

Notas

(1) Esta pregunta está tomada de la película “Mi encuentro conmigo” (título original: The kid, año 2000), donde el personaje principal, que está a punto de cumplir cuarenta años, se encuentra con él mismo a los ocho años. El niño de su pasado (que puede ser interpretado como el niño que todos fuimos y llevamos dentro) le hace el adulto esta pregunta acerca del color de la luna, pero este no sabe la respuesta. El chico se indigna, entonces, y piensa que cuando crezca no sabrá nada (además de que no puede perdonarle al adulto que no tenga un perro..., no dándole mucha importancia a que a los cuarenta años es un profesional exitoso). El ejemplo ilustra la avidez de la curiosidad infantil, que abarca a menudo temas propios de las ciencias naturales, y la indiferencia que se va desarrollando, frecuentemente, con los años, acerca de esos interrogantes.

(2) Traducción de Tomás Calvo Martínez, en Aristóteles. Metafísica, Madrid, Gredos, 1992

(3) Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, El gran diseño, Barcelona, Crítica, 2010