La metodología en ciencias sociales
Método de las ciencias naturales y de las ciencias sociales (segunda parte)
Mientras la filosofía de las ciencias naturales se iba impregnando de los métodos históricos, sociológicos y se ocupaba de la práctica científica no solamente como un mecanismo de ajustar hipótesis a los datos, las ciencias sociales en medio de su cisma entre naturalistas y antinaturalistas llegaba a madurar una polémica sobre la interpretación. Las corrientes que fomentaban la empatía para ponerse en el lugar del otro y de ese modo comprender las motivaciones del actor, cada vez se topaban con más dificultades para que el intérprete pudiera abandonar su posición y tomar la del actor. Se iban abandonando estos ideales y se iba orientando la interpretación hacia el producto mismo de la acción, es decir el texto en el caso de un análisis literario, las acciones descritas en un texto para las acciones registradas por un historiador, o las mismas acciones que quedaron impresas en los relatos de otros. Los hechos históricos, las acciones humanas incluso del presente y las obras escritas pasaron a ser el foco de atención y no ya el actor o el autor como se intentó en un comienzo. Era menester interpretar las acciones mismas, no ya al actor. Interpretar qué ocurrió es fundamental para las ciencias sociales. Pero también es fundamental tener en cuenta que al estudiar las acciones de las personas, éstas también interpretan los resultados de nuestro estudio. De ese modo aparece una característica en ciencias sociales que la diferencia fuertemente de las ciencias naturales. Al principio parecía que el hecho mismo de que debíamos interpretar las acciones de un ser humano era la diferencia. Pero los mecanismos por los cuales los naturalistas han avanzado en estudiar las acciones humanas se habían sofisticado al punto de tener en cuenta que el objeto de estudio era precisamente los seres humanos y sus acciones. El problema ahora era más bien que había una vuelta sobre el asunto. Las personas en estudio, aunque lográramos evitar que se dieran cuenta de que estaban siendo estudiadas (con todo lo que éticamente significa esto), tendrían oportunidad de enterarse posteriormente de los resultados de nuestro estudio y con esto habría una diferencia nueva en el objeto de estudio. Hay una primera parte que es la interpretación que el investigador hace de las conductas sociales, pero hay otra parte en que el actor social interpreta los resultados del estudio de quien lo investigó. Tenemos entonces dos procesos interpretativos. Quien ha sugerido esta nueva visión de la práctica científica es Anthony Giddens (1993). Una de las discusiones que estaba teniendo lugar en la corriente interpretativista era si había una interpretación correcta o si varias interpretaciones podían tomarse como igualmente válidas. La primera opción se centraba originalmente en las intenciones del actor de la acción o del autor del texto. Pero, como mencionamos, fue decayendo el interés por las motivaciones del autor, ya fuera por las dificultades en ponerse en su lugar como por otro motivo fuertemente atendible que consistía en que en oportunidades nos gustaría sostener que ni siquiera el actor se dio cuenta en su momento que sus actos tenían cierto significado. (Este último motivo indudablemente introduce una visión historiográfica con cierto anacronismo o postura whig ya que no podríamos decir desde una historia diacrónica que el actor no sabía el significado de sus actos.) Llegados al punto en que la interpretación tenía como centro el texto o la acción pero no el autor o el actor, las interpretaciones eran el resultado del cruce entre el contexto del intérprete y el texto u objeto a ser interpretado. Con esto fue creciendo la corriente relativista de modo que podían sostenerse interpretaciones alternativas e igualmente adecuadas. Giddens va a sostener que las interpretaciones deben hacerse en función de la acción y el marco cultural en el que esa acción tiene lugar. De modo que aunque el actor ha salido de la escena, la cultura en la que el actor llevó a cabo ese acto motivo de interpretación no debe soslayarse. Es así que Giddens sostiene que aunque no podemos hablar de "la interpretación correcta" sí podemos decir que hay interpretaciones más adecuadas que otras.
(Notemos el paralelo que se da entre el relativismo de interpretaciones y la inconmensurabilidad de descripciones de los fenómenos) Finalmente Giddens sostiene que la diferencia entre las ciencias naturales y las ciencias sociales es que las primeras tienen que comprender la naturaleza, es decir que aplican solamente la primera hermenéutica, mientras que las sociales tienen un método de doble hermenéutica.